N.S. del Monte Carmelo

Santa María del Monte Carmelo, conocida comúnmente como La Virgen del Carmen o Nuestra Señora del Carmen, es una de las diversas advocaciones de la Virgen María. Su denominación procede del llamado Monte Carmelo, en Israel, en la ciudad de Haifa, un nombre que deriva de la palabra Karmel o Al-Karem, que se podría traducir como ‘jardín’. Existen en el día de hoy en activo órdenes carmelitas repartidas por todo el mundo, masculinas y femeninas, las cuales giran en torno a esta figura mariana.

En el Primer Libro de los Reyes, se habla del profeta Elías, de la gran sequía que sufría el país y de los sacrificios ofrecidos en el Monte Carmelo. Fue entonces que Elías prometió a Dios que el rey Ajaab y el pueblo abandonarían al dios Baal para que El terminara con la sequía que asolaba a la región. Después de varias veces que Elías subió al momento, apareció una gran señal:

“Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano” (1 Rey 18, 44).

A partir de entonces el Monte Carmelo ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas.

Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto, comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”.

En el siglo XII, los carmelitas vivían en el Monte Carmelo y construyeron la primera iglesia dedicada a la Santísima Virgen, y la congregación de los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, la que pasó a Europa en el siglo XIII luego de su persecución en Tierra Santa.

La orden se extendió a Europa y San Simón Stock superior general de la Orden se convirtió en el sexto general en 1245, cuando los carmelitas y el gobierno se trasladaron a Inglaterra desde Palestina. Según la tradición, a San Simón Stock se le apareció la Virgen rodeada de ángeles, el 16 de julio de 1251, en medio de grandes persecuciones contra la Orden, San Simón se arrodilló en oración a la Santísima Virgen en el convento de Cambridge. María, sosteniendo al niño Jesús, se le apareció y le entregó el escapulario marrón, una prenda suelta que se llevaba por encima de la cabeza, por la parte delantera y trasera, desde los hombros hasta las rodillas.

Escapulario

Ella le dijo que recibiera el escapulario como un signo de un privilegio que ella había obtenido para ellos y para todos los que la honraban. Era un «signo de salvación», una «salvaguardia en peligro» y una «promesa especial de paz y protección hasta el fin de los tiempos». Diciéndole: «Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriera con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará». Los problemas que enfrentaron los carmelitas cesaron y la devoción al escapulario se extendió rápidamente. Muchos milagros se han relacionado con el uso del escapulario.

En otra aparición al Papa Juan XXII la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlas al cielo, creencia que ha sido respaldada por los Pontífices. La iconografía principal de la Virgen la muestra portando dicho escapulario.

La devoción mariana hacia la Virgen del Carmen se difundió por toda Europa y contó con Santos de la talla de San Juan de la Cruz y Santa Teresa; no es extraño que llegara a América y acompañara el despertar a la fe de nuestros indígenas que la veneraron desde mediados del siglo XVI.